Connect with us

Politica

¿Quieres ser presidente? Primero cumple con esto

Published

on

imagen

El autor es comunicador productor y asesor político. Reside en Santo Domingo

En un país donde de cada 100 dominicanos, 99 aseguran que algún día podrían ser presidentes, es necesario poner los puntos sobre las íes y preguntarse con honestidad: ¿cuáles son los verdaderos rasgos que debe tener un hombre o una mujer para ser considerado presidenciable ante los ojos del pueblo dominicano?

Porque no se trata solo de querer, sino de merecer. Y el pueblo —aunque a veces se equivoque— tiene un radar fino para detectar quién tiene madera de líder y quién simplemente busca figureo. Aquí, en tierra de politiqueros y falsos mesías, destacarse como un presidenciable real es un reto mayor.

1. Tener calle, no solo títulos
La gente respeta al que ha sudado la camiseta. El pueblo conecta con aquel que ha pisado los barrios, que sabe lo que es el hambre, la falta de luz, el grito de una madre en una emergencia sin ambulancia. Un presidenciable dominicano no puede ser un tecnócrata desconectado: debe ser cercano, con discurso claro y pies en la tierra.

2. Saber hablarle a la gente
En la República Dominicana, quien no sabe comunicarse con las masas no llega. El dominicano quiere un presidente que lo escuche, pero también que le hable como se le habla a un compadre en una gallera o a una doña en la fila del colmado. Sin rodeos, sin palabrería, directo al pecho.

3. Cero arrogancia, mucha empatía
El pueblo no soporta al que se cree más que los demás. El arrogante no cala. El que se sube en la tarima para mirar a la gente desde arriba, pierde. La humildad no es una pose, es una forma de liderar. El que aspira debe saber que en este país, el que no se tira fotos con todo el mundo, no gana.

4. Tener un pasado limpio o, al menos, defendible

En esta era de redes sociales y escándalos virales, el dominicano se ha vuelto más exigente. Ya no basta con prometer el cielo: hay que tener una hoja de vida que aguante la lupa. No perfecta, pero sí sin manchas que avergüencen. Y si las hay, que haya una historia de redención creíble. Porque aquí, más que santos, se valora al que ha tropezado, ha aprendido y ha regresado sin arrogancia.

5. Rodearse bien y saber delegar
Un presidenciable dominicano no puede hacerlo todo solo. El que se rodea de lambones y corruptos, aunque tenga buenas intenciones, termina hundido. El pueblo quiere ver un equipo sólido, diverso, capaz. Y quiere saber que el que aspira no solo sabe mandar, sino también escuchar y dejarse aconsejar.

6. Tener una causa, no solo una ambición
El que aspira a ser presidente solo por ambición, no conecta. La gente siente cuándo alguien quiere el poder por ego y cuándo lo quiere para servir. Un presidenciable debe tener una causa clara, visible, defendible. ¿Quieres acabar con la pobreza? ¿Salvar la educación? ¿Reformar la justicia? El pueblo quiere saber para qué quieres llegar.

7. Valentía, no sumisión

Aquí nadie respeta al político que se esconde o que solo habla lo que el partido le deja decir. Un presidenciable tiene que ser valiente. Tiene que enfrentar, denunciar, defender. Si tiene miedo de hablar claro antes de llegar, ¿qué hará cuando esté en el Palacio?

8. Tener una visión de país, no solo un plan de gobierno
El pueblo dominicano quiere esperanza. Quiere creer que el futuro puede ser mejor. Un verdadero presidenciable no solo ofrece promesas: ofrece dirección. Tiene que mostrar un sueño de nación que inspire, que enamore. Porque aquí, el que no emociona, no trasciende.

9. Coherencia entre lo que dice y lo que hace
Si prédica moral, que viva con decencia. Si habla de austeridad, que no ande en una vida de lujo extremo. El pueblo ya está cansado de los dobles discursos. El presidenciable del siglo XXI en Dominicana debe ser espejo, no máscara.

10. Energía real, no maquillaje político
El país no necesita un actor, sino un líder con energía, salud y capacidad de trabajo. Aquí se ve mal al que no puede aguantar una caminata o un acto de cinco horas con el pueblo. El que no tiene aguante, que no aspire.

En definitiva, ser presidenciable en la República Dominicana no es para cualquiera. Es para el que pueda ganarse el respeto del pueblo con hechos, con presencia, con humildad, y con una causa clara que defienda sin miedo.

En un país donde tantos se creen presidenciables, es hora de que el pueblo empiece a mirar más allá de las fotos, los jingles y las caravanas, y comience a identificar quién realmente merece llegar.

Porque más que figuras, necesitamos liderazgos. Y más que promesas, necesitamos corazones comprometidos con la gente.

jpm-am

Compártelo en tus redes: