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Puntos claves para entender el conflicto Árabe-Israelí y sus consecuencias globales

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SANTO DOMINGO, RD.- La ya volátil situación en Medio Oriente se intensifica, impulsada por una compleja red de tensiones entre Israel, Irán y Estados Unidos. Este peligroso «triángulo de poder» no solo profundiza las heridas del conflicto árabe-israelí, sino que amenaza con arrastrar a la región a un conflicto de proporciones impredecibles.

La interacción entre el programa nuclear iraní, el apoyo de Teherán a milicias regionales, las operaciones israelíes y la postura de Washington dibuja un escenario de creciente alarma global.

Para Israel, el programa nuclear de Irán y su red de aliados regionales (incluyendo a Hezbolá en Líbano, Hamás en Gaza y milicias en Siria e Irak) representan una amenaza existencial directa. 

Tel Aviv ha reiterado en múltiples ocasiones que no permitirá que Teherán adquiera armas nucleares y ha llevado a cabo operaciones encubiertas y ataques aéreos atribuidos a la disuasión de la infraestructura militar iraní y la entrega de armas a sus proxies.

La «guerra en la sombra» entre ambos países, caracterizada por ciberataques, sabotajes y asesinatos selectivos, ha escalado a enfrentamientos más directos, elevando la tensión a niveles sin precedentes.

El actual conflicto en Gaza, desatado tras los ataques de Hamás el 7 de octubre, ha exacerbado esta dinámica.

Irán, que celebra públicamente el apoyo a la «resistencia» palestina, ha visto cómo sus aliados se involucran más activamente, lo que ha llevado a Israel a responder con mayor contundencia y a reforzar su vigilancia sobre las fronteras con Líbano y Siria.

La Postura de Washington: Alianza y Contención

Estados Unidos, principal aliado de Israel, se encuentra en una delicada encrucijada. Por un lado, mantiene un firme compromiso con la seguridad de Israel, proporcionando asistencia militar y apoyo diplomático crucial. Por otro, busca activamente evitar una escalada regional a gran escala que podría desestabilizar los mercados energéticos globales y arrastrar a EE.UU. a otro conflicto prolongado en Medio Oriente.

La política de Washington hacia Irán ha oscilado entre la presión máxima a través de sanciones económicas y, en ocasiones, intentos de diálogo. Sin embargo, la persistencia del programa nuclear iraní y las acciones desestabilizadoras de sus proxies mantienen a Irán como una preocupación central para la seguridad nacional estadounidense.

Cada ataque entre Israel e Irán pone a prueba la capacidad de contención de EE.UU., que a menudo se ve obligado a tomar medidas defensivas para proteger a sus propias tropas en la región.

Más allá del Triángulo: Reconfiguración de Alianzas Regionales

La tensión entre estos tres actores principales tiene ondas expansivas que redefinen las alianzas en la región. Países árabes sunitas como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que comparten la preocupación por la influencia iraní, han explorado acercamientos con Israel a través de los Acuerdos de Abraham.

No obstante, el conflicto en Gaza ha frenado parte de este impulso, obligando a estas naciones a equilibrar sus intereses de seguridad con la opinión pública interna, profundamente ligada a la causa palestina.

El futuro de la región pende de un hilo. Expertos advierten que cualquier error de cálculo o acción desmedida por parte de cualquiera de los actores principales podría desencadenar un conflicto a gran escala con ramificaciones globales. La diplomacia, aunque difícil, se presenta como la única vía para desescalar una situación que se vuelve más precaria con cada día que pasa.

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