Opinion
Pueblos llamados bárbaros en América
A partir de 1492, cuando de manera escalonada fueron llegando con planes de conquista y colonización al entonces llamado Nuevo Mundo las potencias europeas que controlaban gran parte de la tierra (España, Francia, Inglaterra, Holanda, Portugal) consideraron como bárbaros a los pueblos indígenas que habitaban esta zona.
El punto inicial de grandes matanzas de indígenas (a quienes les colgaron el sambenito de bárbaros) comenzó cuando Cristóbal Colón llegó aquí, en representación de la monarquía española. El primer escenario de incontables masacres fueron las islas del Caribe. Esos hechos espantosos se extendieron a otros lugares del continente que finalizó llamándose América.
Alegaron los asesinos en masa provenientes de Europa que los pobladores que encontraron en el oeste del océano Atlántico eran seres inferiores. Sostenían como alegato central que su rebeldía y su desconocimiento del cristianismo eran pruebas de su condición de bárbaros e incapaces de “civilizarse”. Además, los consideraban no sujetos de ningún tipo de derecho.
Sin embargo, por doblez, los conquistadores españoles cambiaban de criterio en el tema concernido cuando había un período de paz (forzada o no) entre ellos y algunos pueblos indígenas, como en ocasiones ocurrió con los formidables guerreros que son los indios misquitos que vivían y siguen habitando hoy en la costa caribeña de Nicaragua y Honduras.
Hay que decir que Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (los llamados Reyes Católicos), tuvieron un gran aliado y socio. Fue el papa Alejandro VI que, sin ninguna potestad para ello, emitió en el 1493 la bula denominada Inter Caetera, mediante la cual “otorgó” a España y Portugal la propiedad de todos los territorios “descubiertos y por descubrir” en una inmensa zona del hemisferio occidental. El rey de Francia Francisco I exigió: “Que se me enseñe la cláusula del testamento de Adán en que se prohíbe a Francia tener acceso al Nuevo Mundo”.
Décadas después de ese despropósito del papa nacido en Valencia, en el este de España, religiosos como Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas reclamaban que en las relaciones entre españoles e indígenas de América tenían que aplicarse las reglas del derecho de gentes. Eso se quedó en mera teoría, pues el rey Carlos I creó el Real y Supremo Consejo de Indias a través del cual impuso la ley castellana sobre los pueblos que estaban bajo su dominio en América.
Matanzas de indígenas en América del Norte
Aunque desde el 1497 diversos exploradores europeos habían llegado a litorales marinos de Canadá, realizando asentamientos tierra adentro, no fue hasta después del 21 de noviembre de 1620, con el arribo a la costa de Massachusetts del barco Mayflower (Flor de mayo), cargado de peregrinos ingleses, que comenzó el proceso de llamar bárbaros a los pueblos que habitaban desde hacía miles de años el amplio territorio que hoy son Los Estados Unidos de Norteamérica y su vecino de más arriba.
Los anglosajones utilizaron el malnombre de bárbaros como un alegato excusatorio de cara a la historia para producir hecatombes que exterminaron o diezmaron muchas tribus. La historia de esos crímenes espantosos en esa parte de nuestro continente es larga de contar.
Algunos especialistas en antropología jurídica sostienen que diferentes formas de gobiernos conocidas hasta el presente son en parte el resumen de las bases proporcionadas por el derecho consuetudinario de varios de los pueblos que fueron llamados por otros bárbaros en diferentes lugares del mundo. Utilizan como materia prima para sus reflexiones sobre ese controversial tema lo que el etnólogo y jurista estadounidense Lewis Henry Morgan definió en el siglo XIX como “los sistemas de parentesco”.
Contrario a lo anterior se han escrito muchos ensayos de filosofía, derecho, antropología e historia en los que se sostiene que los pueblos bárbaros no tenían nociones de cultura y que el salvajismo crudo y duro era su único medio de supervivencia, y que, además, les era ajena la sustancia que acompaña a lo que El Estagirita definió como “cada entidad sensible”, cuando abordó el tema de la organización de la materia.
Atila y el papa León I
Oportuno es decir, como ejemplo para enfrentar ese criterio cerrado, que Atila, el jefe de los hunos, considerado como bárbaro, dialogó largamente en una dársena del río Mincio, en el norte de Italia, con el papa León I (papado del 440 al 461). El resultado fue que él desistió de proseguir sus avances hacia la conquista de Roma, la ciudad de las murallas aurelianas en el centro-oeste de lo que hoy es Italia.
El derecho, como parte esencial de la superestructura de una sociedad, define el vocablo bárbaro tanto en su alcance jurídico y antropológico como en su propia praxis.
En el Derecho Romano, usado entre nosotros para fines comparativos, los bárbaros (a quienes nunca se les reconoció nada positivo) figuraban como sujetos que no encajaban en la estructura legal-cultural, y que eran desafiantes del principio de autoridad del Imperio Romano, que era el segundo imperio más grande en tamaño de la antigüedad, a la vez que el más influyente.
Cuando en determinadas etapas de la Edad Media los germanos y descendientes lejanos de teutones hacían incursiones en territorio del Imperio Romano de Occidente eran tachados de bárbaros, con la carga peyorativa y estigmatizadora correspondiente; a pesar de que ellos, con su derecho consuetudinario de ese tiempo, respetaron el sistema legal romano.
La prueba más evidente de ese hecho histórico de armonización de normas y costumbres quedó plasmada en El Breviario de Aniano, que no fue otra cosa que una combinación de leyes romano-bárbaras.
Edicto de Teodorico
Así también otros pueblos definidos como bárbaros al ocupar comunidades controladas por los romanos respetaron su sistema legal, poniendo en práctica lo que se conoce como “la personalidad del derecho”. Un ejemplo claro fue el Edicto de Teodorico, llamado así en honor al rey ostrogodo del siglo VI.
En el Tratado elemental de Derecho Romano, de Eugene Petit, que se estudia en algunas universidades dominicanas, hay un ejemplo claro de entendimiento legal entre los romanos y los borgoñones, que eran tildados por aquellos como un pueblo bárbaro. Clave en eso fue Gondebardo, el rey de los referidos borgoñones, que poco antes de morir en el 516 dejó un código que tendía a la armonía. Ese experimento sólo se mantuvo durante 18 años. Desapareció cuando cayeron sus auspiciadores.
Con el discurrir del tiempo parte del derecho costumbrista de los bárbaros evolucionó hacia varias ramas del derecho codificado, como se comprueba en el presente en diversos textos legales.
En resumen, a través de los siglos se ha demostrado que bárbaros fueron llamados muchos pueblos del mundo simplemente por conveniencias de otros, causando millones de muertes violentas de un lado y otro. En esta etapa de la humanidad su definición semántica y jurídica se mantiene bajo el manto borroso de todo lo que es impreciso.
jpm-am
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