Opinion
Negar a Dios es vivir en un vacío
POR JOSE ANTONIO BLANCO
He decidido escribir estas líneas tras leer el artículo publicado el 22 de junio de 2025 en la sección de opinión de Almomento.Net, titulado “Dios e Israel, la Tercera Guerra Mundial y la paradoja de Epicuro”, firmado por el señor Miguel Espaillat.
Reconozco en su texto una intención seria y una estructura argumentativa bien armada, pero también percibo una profunda limitación en el punto de partida: una cosmovisión filosófica cerrada al misterio, al alma y a la trascendencia.
Y es que, cuando el hombre se desliga de Dios, no se eleva: se reduce. Pierde profundidad, sentido y origen. La negación de lo eterno no es un ejercicio de lucidez, sino una expresión de vacío espiritual, envuelto muchas veces en ropaje académico.
Ideologías que sustituyen la fe
A lo largo de mi caminar pastoral, he notado que quienes se consideran “por encima del rebaño”, suelen despreciar las Escrituras sin haberlas entendido. Esta actitud no siempre proviene de la malicia, sino del influjo de sistemas de pensamiento que moldean, incluso inconscientemente, nuestra mirada. En tu caso, Miguel, noto una impronta existencialista que, sumada a elementos marxistas y materialistas, termina por negar lo divino como si lo espiritual fuera un estorbo para el pensamiento racional. Pero esa misma filosofía ha sido históricamente el sustento de regímenes que, al querer construir un paraíso sin Dios, han edificado infiernos para millones.
¿Dónde está tu indignación?
Los ejemplos sobran:Lenin y Stalin, con más de 25 millones de muertos, muchos por su fe.
El ex presidente Ceaușescu en Rumanía, persiguiendo comunidades cristianas.
Los hermanos Castro en Cuba, encarcelando pastores y prohibiendo Biblias.
El régimen Chino, con más de 250 millones de víctimas entre religiosas y políticas. Y aún hoy, los creyentes son reprimidos, bajo el silencio cómplice de organismos internacionales.
Me pregunto: ¿por qué en tu artículo no hay una sola línea de indignación contra estos crímenes?
¿Acaso el sufrimiento de los creyentes no merece el mismo espacio que el de otras víctimas?
La psicología del rechazo a Dios
Desde mi formación en psicología clínica, puedo afirmar que negar a Dios no es simplemente un razonamiento filosófico: muchas veces es un mecanismo de defensa ante el dolor, la culpa o la decepción. Pero negar no elimina lo negado. Acusar a Dios de narcisista —como tú insinúas— revela no una lectura teológica, sino una reacción humana frente a lo incomprensible. El Dios del evangelio no busca aplausos: se humilla, se hace carne, muere en una cruz por los que lo odian. ¿Dónde está el narcisismo en el sacrificio extremo?
Los atributos divinos —comunicables y no comunicables— como la santidad, la justicia y la misericordia, escapan al lente humano si no se acercan con humildad. Dios no puede ser comprendido plenamente por la razón, como tampoco el amor puede ser reducido a una fórmula química.
El grito del alma: hay más que materia
El materialismo niega el alma, la eternidad y lo invisible. Pero no logra apagar la sed de trascendencia que brota del ser humano. Una existencia sin Dios es, en esencia, una vida sin por qué. Y ese vacío se llena —muchas veces— con ideologías que prometen redención social, pero que olvidan al individuo, su alma, su dolor, su redención interior.
En contraste, la fe cristiana no ofrece una evasión, sino una confrontación con el pecado, el perdón y la esperanza. Jesucristo no es una idea: es un acontecimiento que ha transformado culturas, ha cambiado corazones, ha redimido vidas. Desde emperadores hasta mendigos; desde científicos hasta campesinos iletrados.
Escritura, sentido y verdad
Dice el Salmo 14:1:
“Dice el necio en su corazón: no hay Dios.”
Y Pablo lo reafirma en 1 Corintios 1:27:
“Lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios…”
Estas no son frases devocionales, son diagnósticos espirituales. Lo que para muchos es debilidad, Dios lo convierte en gloria. Lo que el mundo considera atraso, en Él es redención.
No se trata de ganar un debate
No escribo esto para polemizar. Mi propósito es mayor: invitarte a mirar más allá. No te cierres a una lectura superficial del Evangelio. No lo reduzcas a religión organizada o a abusos históricos. Acércate al Jesús del evangelio, no al de las caricaturas sociales. La Biblia, cuando se lee con honestidad, no embrutece: libera.
En el fondo, todos buscamos algo: sentido, redención, propósito. Y solo cuando nos encontramos con Aquel que nos creó, comprendemos quiénes somos. Como diría San Agustín: “Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.”
Conclusión: ¿vacío o plenitud?
Negar a Dios puede ser cómodo. Creer en Él exige humildad. Pero la metanoia —el cambio de mente, el regreso del alma— no es solo posible: es urgente.
Miguel, deseo que tu búsqueda de verdad te lleve más allá de los paradigmas ideológicos. Que te permitas ser sorprendido por lo eterno, tocado por lo invisible y abrazado por lo que la razón no puede medir, pero el alma sí puede sentir.
Dios no se impone. Se revela.
Y cuando lo hace, ninguna oscuridad filosófica puede apagar su luz.
Que el Señor te bendiga con discernimiento y que Cristo mismo te dé la paz que el mundo —ni la ideología— puede dar.
JPM
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