lamarcheunavozcoherente.com

Europa ignorada: ¿una postura correcta?

El autor es politólogo y teólogo. Reside en Nueva York

La geopolítica global se encuentra en una encrucijada. El próximo viernes 15 de agosto, Donald Trump y Vladímir Putin se reunirán en Alaska para abordar el conflicto ucraniano. Mientras tanto, los 27 miembros de la Unión Europea (UE) mantienen una postura firme: sanciones económicas y apoyo militar a Kiev, con un rechazo absoluto a cualquier concesión territorial a Rusia.

Esta divergencia es clave. Mientras Washington y Moscú parecen tantear un pragmatismo incómodo, Europa se aferra a una línea de dureza que, paradójicamente, puede terminar dejándola al margen de las negociaciones. Surge entonces la pregunta: ¿qué gana Europa si se mantiene firme, y qué arriesga si queda ignorada?

Europa: unidad aparente, fractura real

En la videoconferencia extraordinaria del 11 de agosto, Kaja Kallas reafirmó que la UE busca una “paz justa” que no legitime futuras agresiones rusas. El discurso sonó unificado, pero detrás se esconden fisuras notorias. Hungría y Eslovaquia piden pragmatismo, Alemania y Polonia insisten en la máxima presión, Francia oscila entre ambos polos.

La paradoja es evidente: Europa quiere presentarse como bloque, pero carece de cohesión estratégica. ¿Cómo puede ser tomada en serio en una mesa de negociación global si su propia casa está dividida? En diplomacia, la unidad no se declama, se ejerce.

La economía: costo de la intransigencia

Trump y Putin

Las cifras son elocuentes. Eurostat proyecta para 2025 un crecimiento de apenas 1,1 % en la Eurozona, frente al 2,8 % de EE.UU. y 4,2 % de China. La crisis energética derivada de las sanciones sigue encareciendo la producción y erosionando el bienestar ciudadano. Alemania y Francia ya ven sus deudas disparadas por los subsidios a hogares y empresas.

El dilema europeo es existencial: ¿hasta qué punto una estrategia pensada para debilitar a Rusia termina debilitando más a Europa? La defensa de valores no debería convertirse en suicidio económico.

Rusia: resiliencia inesperada

Contra todos los pronósticos occidentales, Moscú registró en 2024 un crecimiento cercano al 3,4 %. La diversificación hacia Asia y el fortalecimiento de su base productiva han amortiguado el golpe de las sanciones. El resultado es incómodo: la política europea de aislamiento no logró su objetivo principal.

Lejos de aislar a Rusia, la empujó hacia una alianza con China, India y otros países emergentes, consolidando un bloque que desafía abiertamente el orden occidental. Europa se enfrenta a un espejo amargo: su estrategia endureció al adversario y debilitó a los aliados.

EE.UU.: el retorno del pragmatismo

La vuelta de Trump a la Casa Blanca marca un viraje. Para él, la guerra “nunca debió ocurrir” y la salida no pasa por la prolongación de sanciones, sino por negociación directa. El objetivo no es moralizar, sino rebajar costos para Estados Unidos.

La diferencia con Europa es abismal. Mientras Bruselas se aferra a principios rígidos, Washington mide en dólares y el desgaste político. En esta balanza, Trump parece dispuesto a abrirle la puerta a Putin si con ello asegura un final manejable.

El complejo militar-industrial: intereses que pesan

Detrás de cada discurso se esconden intereses económicos. Empresas como Lockheed Martin y Raytheon reportan ganancias récord desde 2022. Alemania, por su parte, comprometió 100.000 millones de euros en defensa.

La pregunta incómoda es inevitable: ¿qué tanto la persistencia de la guerra responde a valores democráticos, y qué tanto a contratos multimillonarios? La paz tiene enemigos silenciosos que no llevan uniforme, sino corbata.

La paradoja europea

El continente se encuentra atrapado entre sus principios y su realidad. Quiere liderar moralmente, pero carece de cohesión estratégica. Defiende sanciones, pero paga el costo más alto. Exige justicia para Ucrania, pero corre el riesgo de no tener voz en la mesa donde se defina el desenlace.

En un escenario donde EE.UU. y Rusia exploran caminos pragmáticos, Europa aparece rígida y dividida. Ignorarla en la primera fase de negociaciones no sería un capricho, sino la consecuencia lógica de su incapacidad de articular una posición realista.

Conclusión: un continente en la cuerda floja

La reunión del 15 de agosto puede ser un parteaguas. Si Europa no adapta su estrategia, quedará relegada a testigo de acuerdos que moldearán su propio futuro. La pregunta no es si puede resistir a Rusia, sino si puede resistirse a sí misma.

La historia enseña que los imperios caen no solo por las guerras que libran, sino por las oportunidades de paz que desperdician. Europa debe decidir si quiere ser protagonista de la solución o prisionera de su rigidez.

(Continuará)

jpm-am…

Compártelo en tus redes:

ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.

Salir de la versión móvil