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Opinion

Despojar el debate político de politiquería o demagogia    

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

A ojos del gobierno todo es color de rosa y a vista de la oposición el panorama pinta gris, pero en todo caso, el momento político, económico y social se tornaría rosa-grisáceo o de algún matiz apagado, según el color del cristal a través del cual se disfruta o se sufra la realidad objetiva.

Se dice que un entorno es independiente a la voluntad de cada cual, y que los hechos son tozudos, aunque la complejidad que los caracteriza provoca que se presenten con tonalidades diferentes a ojos de los ciudadanos, por lo que una realidad objetiva puede ser también una realidad sugestiva.

En la guerra mediática por imponer en el ánimo de la gente un color rosa o una tonalidad grisácea, gobierno y oposición olvidan que casi siempre el tinte con el cual embadurnan la realidad objetiva irremediablemente se diluirá con el tiempo, y el auténtico color quedará a la intemperie.

Un debate político, económico o social entre gobierno y oposición insípido, superficial o vocinglero provocaría frustración colectiva y alejaría a la población de los coliseos electorales, además de reducir niveles de incidencia o influencia del liderazgo nacional, por lo que, más que vencer, se requiere convencer.

Gobierno y oposición reivindican triunfos o atribuyen derrotas a sus oponentes en batallas que derivan en ensordecedores ruidos mediáticos que en vez de ilustrar a la población sobre los temas que se debaten, enrarecen su contenido y siembran desesperanza, como ha sido el más reciente pleito sobre el endeudamiento público.

Me imagino que oficialistas y opositores levantan encuestas sobre los temas que unos y otros colocan en el coliseo mediático, cuyos resultados obligan a afianzar o modificar políticas públicas o recomponer insumos de plataformas comunicacionales, pero se han instalado especie de montañas rusas mediáticas que marean a la gente.

¿En qué quedó lo de Senasa? ¿Qué pasó con el documento de ex presidentes sobre Haití? ¿A dónde fueron a parar recientes casos de corrupción? ¿Convence el argumento del PRM de que expedientes de narcotráfico no dañan su prestigio? ¿Cuál sería el destino del Código Laboral?

A lo que se aspira es a que gobierno y oposición exorcicen el debate político y lo despojen de politiquería o demagogia, a los fines de que, con sus propias acciones u opiniones, la población pueda responder en términos vigorosos ante cada tema expuesto sin riesgos de frustración o desesperanza.

jpm-am 

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