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¿Por qué ser incrédulo?
El ser humano ha llegado a una situación tan difícil que no cree casi en nada ni en nadie. A pesar de ser una era moderna y científica, el valor humano ha ido dejándose a un lado, a tal grado que algunas personas llegan a decir que ellos no creen ni en ellos mismos. El consumismo, el individualismo y la vida de placeres ha conducido al hombre hacía las enfermedades de soledad e incredulidad.
En gran medida nadie puede dar lo que no tiene, si el ser es desleal así mismo, piensa que los demás son como él. De ahí el dicho que dice: «Cada quien juzga por su propia condición». El mal tesoro que se ha acumulado con el paso de los tiempos en la vida social, ha afectado a los contemporáneos y aquellas nuevas generaciones que han surgido en los últimos tiempos. Generaciones con desconfianza hacía todo ser humano.
Mientras realizaba estudios universitarios, en una ocasión me correspondió recibir un examen, pero por causa de salud, no pude asistir el día que correspondía, mas luego se me dio la oportunidad de hacer dicho examen. La facilitadora me dijo «vaya al aula contigua y realice su examen,» le dije pero ahí estaré solo, a lo que ella respondió, «si no confiamos en ustedes los ministros de Dios, entonces, en quiénes vamos a confiar».
Sin duda que esa experiencia fortaleció mi espíritu y mi responsabilidad social. Esa era exactamente la enseñanza que mis padres Don Colón Piña y Migdalia Bello, me habían dado, diciéndome «no haga algo por lo que las personas pierdan la confianza en ti». Ese consejo, siempre lo he tomado en consideración. El valor social del ser humano depende en gran manera de sí mismo; Como ente social, se tiene la responsabilidad de actuar como tal.
Las palabras y el accionar de una persona, dice quién es. ¿Por qué no se cree en muchas personas? Porque la mayoría de la población dice que no le importa lo que otros piensen de ellos, por lo cual, se descuidan conscientemente de su mal comportamiento. Por eso hay que repetir muchas veces las palabras de Cristo: «Pero sea vuestro hablar; Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede». Mt. 5:37.
¿Por qué ser incrédulo? Porque no tomamos en consideración que como ser sociables y necesitamos creernos así mismo, como creer en los demás. Sin embargo, para que eso sea posible se debe crear una conciencia social en la responsabilidad de decir siempre la verdad y de dar cumplimiento a sus palabras. Nadie conoce el interior del otro, por consiguiente se requiere que lo que se sea por dentro, lo sea por fuera hacía los demás.
Nuestro mundo tiene tiempo para enderezar su mal camino. Una educación en valores cristianos, nos lleva a mejorar nuestro ser y el de los demás. Cuando este comportamiento se generaliza realmente podemos hacer muchas cosas en pro de nuestra gente. Tiempo es de volver hacía las sendas antiguas dentro de un mundo moderno y científico. Esto es posible, si todos queremos lo mejor para todos.
Las diferentes instituciones que existen, primordialmente las iglesias, las escuelas, los clubes, las juntas de vecinos, y sin duda los partidos políticos, entre otros son responsables de asumir un rol diferente y verdadero que conduzca al bienestar humano y a acercarse a Dios; nadie queda exento de esa realidad. Las universidades deben ser más conscientes de esa realidad, para producir profesionales más humanos y de valores sociales, patrios, espirituales y divinos.
Una sociedad cristiana, si realmente lo es, hace posible la credulidad. Jesucristo destruyó la incredulidad de Tomás Dídimo, enseñándole las verdades que buscaba: Las heridas de los clavos en sus manos, y la herida de el costado hecho con la espada de un soldado. No reprochó su incredulidad primero, sino después que le demostró que realmente él era, el que había muerto, pero había resucitado. Seamos creyentes, propiciemos un mundo confiable.
jpm-am
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