Opinion
Corrupción pública se da en no menos de 15 órganos estatales
El presidente de la República, Luis Abinader, dijo recientemente que tiene amigos, pero no cómplices. Se refería específicamente a Santiago Hazim, destituido director ejecutivo del Seguro Nacional de Salud (SENASA), institución que fue objeto de una auditoría que revela desfalco, prevaricación, malversación de fondos públicos, asociación de malhechores, falsificación de documentos y tráfico de influencia.
Con respecto a ese caso el jefe de Estado dio instrucciones precisas para que el expediente sea entregado a la Procuraduría General de la República a los fines judiciales de lugar.

Llama poderosamente la atención que una de las personas que destapó el escándalo es la señora Nuria Piera, periodista de investigación y amiga personal del primer mandatario, que tenía varios años sin denunciar corrupción pública, pese a que era lo que solía hacer cada sábado durante mucho tiempo.
Días antes de la divulgación del trabajo una fuente crediticia me confirmó que ese funcionario estaba en desgracia con José Ignacio Paliza, que es lo mismo que estar con Abinader.
¿Qué se infiere? Que los actos de corrupción cometidos en Senasa son reales, pero que salieron a relucir por tratarse de un hombre que hace algún tiempo que el jefe de Estado excluyó de su entorno amistoso y que los hechos ejecutados en esa institución, pendientes de sanción, servirían para poner un “ejemplo” y desde el poder ofertarse como transparente y hacer, simultáneamente, un contraste con Danilo Medina, permisivo, en su gestión de ocho años, con entramados mafiosos que involucraron a su entorno político, militar y familiar.
Lo que quería
Abinader logró lo que quería, pues en todos los espacios de opinión solo se ha estado hablando de Senasa y de la supuesta actitud “ejemplar del presidente transparente” versus la negociación judicial de Maxy Montilla, cuñado de Danilo Medina, en la que devuelve tres mil millones de pesos al Ministerio Público, y la pena de siete años de prisión de Alexis Medina, hermano biológico del pasado mandatario.
Con ese escenario de contraste, el presidente salió engrandecido moralmente, mientras el líder peledeísta ha visto reducir más su imagen pública.
Sin embargo, no es verdad lo que dice Luis Abinader en el sentido de que tiene amigos, pero no cómplices. Tiene amigos, enemigos y cómplices. ¿Quiénes son los amigos del presidente? Lógicamente que la mayoría de los funcionarios, blancos y ricos en un 90%, pese a que estamos en un país que cuenta con un 85% de negros y mulatos.
Por los años de vida y por lo que he leído de la historia social dominicana puedo asegurar que esta es la administración más racista y clasista de todas. ¿Cuántos negros usted conoce en el Gobierno, naturalmente aparte de Tony Peña, Daniel García Archibald y Antonio Almonte, el que quitaron de Energía Minas y enviaron de cónsul a Boston? Algo más (y lo dejo de tarea): ¡Qué me señalen un solo funcionario pobre en el gabinete!
Son amigos del presidente, además, los miembros de la oligarquía dominicana. ¿Y los enemigos? A casi todos los perremeístas Abinader los tiene de enemigos. Él alega que es el presidente de todos los dominicanos y es cierto, pero los perremeísta también son dominicanos.
Bien sabe él que el problema es de otro tipo y consiste en que no son hombres de negocios ni saben hablar en dólares, como los Vicini y los Rainieri, para solo citar dos ejemplos.
No se trata, pues, de la prédica simuladora, sino lo que ha sido una práctica gubernamental, donde están a la luz sus amigos, sus enemigos y sus cómplices. Miren señores,
Marranzini
Con el colapso casi total en que se encuentra el sector eléctrico es para que Celso Marranzini esté cancelado y hasta posiblemente preso, pero se trata de un hombre que es producto de la complicidad de Abinader con la oligarquía dominicana, la cual procura adueñarse de lo que queda del Estado.
Corrupción pública como la de SENASA se da en la actualidad en no menos de 15 órganos estatales y Abinader lo sabe, pero en cada caso hay amigos y hasta quienes alcanzan el rango de cómplices. De todos modos, hay que reconocer que el contraste de transparencia entre Luis y Danilo fue un asunto bien orquestado, motivo por el cual los opinadores solo hablaban de Senasa, Maxy Montilla y Alexis Medina.
Muchos, en el menor de los casos, se dejaron manipular. Otros, en cambio, estuvieron conscientes de la premeditada agenda.
jpm-am
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